Guerra con uno mismo.

Aquella fría mañana desperté sobresaltado. Presentía que algo malo iba a pasar, lo notaba en alguna parte de mi interior. Salté de la cama y me dispuse a vestirme con rapidez, pues en esa época me ubicaba en el Ejército Estadounidense. Pues bien, me apresuré a vestirme por que aquello que sentía en mi interior era cada vez más fuerte. Salí del dormitorio y entonces fue cuando en mi cuerpo realmente se manifestaba lo que sentía. Fui corriendo hacia una habitación y me encerré. Estaba sin luz, en un habitáculo muy pequeño y había una piedra para sentarse en ella. Me postré en ella y sentí el frío en mi cuerpo. A partir de ahí mi relajación fue brutalmente interrumpida; ¡Estaba oyendo el estruendo de bombas! A juzgar por la cercanía de aquel sonido, debería estar casi al lado de la habitación, en plena base militar, al lado de la costa. 

Al rato esos estridentes ruidos cesaron, pero empezó mi pesadilla. En esos momentos creí que alguien entró en la sala y me estaba apuñalando, pues sentía pinchazos por todo el abdomen, entonces noté que de cintura para abajo las piernas no respondían a ningún intento de movimiento por que una presión no les daba tal libertad. A continuación hubo un dolor insoportable, que duró unos cinco o seis segundos, los cuales se hicieron una eternidad. Al rato fue cesando, pero me dolía muchísimo y notaba como me vaciaba por dentro y apreté mis manos contra la piedra en la que me hallaba, arañé la pared en un absurdo intento de paliar ese dolor de cualquier modo. Inmediatamente después, escuché como una bomba caía al mar, por la magnitud del ruido de la onda expansiva del agua tenía pinta de ser algo grande.

A todo esto, noté como mis pantalones estaban mojados y descubrí que estaba sangrando. El dolor era parecido a un corte profundo o a una herida abierta que no se quiere cerrar. Todo al fin acabó, por que no escuché nada más, no me atrevía a salir por el temor de ver una horrible visión, noté como me subía a la nariz un hedor a cadáver, lo cual provocó que el miedo creciera en mí.

Para hacer tiempo, cogí un trozo de papel, que encontré de casualidad detrás de la piedra e intenté limpiar mi herida para evitar infecciones o enfermedades de la sangre. A los pocos minutos, con una mano sosteniendo el papel fuertemente contra la herida, me armé de valor y me decidí por salir, empuñé el pomo y abrí la puerta a gran velocidad. Observé con asombro que no había pasado nada en el exterior y que por allí andaban tranquilamente otros soldados charlando de cualquier cosa. Entonces, al ver eso, se me pasó por la cabeza una idea; Me giré y corroboré con una mezcla entre miedo y sorpresa lo que suponía ; Había estado en el cuarto de baño. Desde ese día, el cual tuve que pasar ingresado en la enfermería tres días por un muy desafortunado desgarro anal, nunca más he vuelto a probar la “Sorpresa de carne” del comedor del Ejército.

4 comentarios:

David 3 de mayo de 2009, 0:19  

xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

Simplement brutal xDDDD

Mario 3 de mayo de 2009, 17:42  

Muy original...;););)

xd

me gusta la plantilla...

Kekos 14 de mayo de 2009, 22:48  

Déjà vu...

Alícia Corral 27 de mayo de 2009, 22:30  

El día que estoy depre.....me deprimo más. Pero txt original.
La plantilla mucho mejor que la negra.