Nueva Religión.

Me levanté, me levanté en tiempo suficiente, me elevé hasta donde el hielo se convierte en agua y el agua en nube. 

Me sequé las lágrimas de los ojos y miré hacia abajo; El Mundo, ese gran apéndice de mí. No puedo llegar a creer cómo sus habitantes pueden contener un Universo infinito dentro de cada uno de ellos, y aún así, convivir con esa naturalidad. Las oraciones mandadas fueron escuchadas por una espécie de Dios, burlesco y complicado.

En busca del Nirvanna, hallé en mis redes una sirena. Apenas podíamos dar tiempo a nuestras retinas a dibujar nuestras caras en el recuerdo, cuando una rápida flecha atravesó mi ventana. Y a mí.

Aunque sus ojos color chocolate nunca me cansaron, aquel Dios (no sé como llamarlo pues) hizo la primera tirada, como si un ajedrez se tratara. Movió una de sus torres, una torre llamada Babel. La colocó entre la sirena y yo. Al principio no supe ver el fin de cuan larga e inmensa torre. Aunque sólo me bastó de mover un peón, color cercano al rubio, un peón bilingue. El ente omnipotente, cuya existencia me pregunto aún, contraatacó. Ésta vez con una de sus peores armas; La reflexión y paciencia. Fué tal el tiempo de pensamientos, de vueltas y vueltas en una misma cosa, era una reflexión que acaba con hacerme daño. Me dí cuenta que estaba realmente lejos, lejos de ganar esa partida. Aunque no podía desperdiciar los ojos chocolate de aquella sirena. Una sirena preciosa. Una sirena, apenas Griega, apenas de Kuwait, apenas Inglesa. Aunque con el amor de España a su total alcance. Más bien, en su parcial alcance.

En un periodo de 62 horas nunca me saturé tanto de éstas sensaciones. Nunca sentí tan rápido mi importancia a ojos ajenos. Nunca me sentí tan lleno. Aunque en éste caso, vacío.

Unos pulmones se pueden llenar de aire con azúcar, se pueden llenar de aire puro, aire del Norte. Pero aunque todo esto sea muy bonito, mis pulmones no dejan de ser carne cruda, tan cruda como la realidad y la lógica que choca con la mía, a la vez que la entiendo.

Alguien dijo alguna vez que el roce hace el cariño. Bien, el roce sólo hace rozaduras. Yo siempre he pensado que el cariño nace y se hace, aunque se va difuminando con el roce. 

Nunca te mentiría sobre éstos temas. Mentiría si te dijese que no te quiero. Mentiría si te dijese que no quiero estar contigo. Mentiría si te dijese  que no quiero ver una película y besarte mientras la vemos juntos. Mentiría si no te dijese lo que pienso a la cara.  Pero también mentiría si te dijese que sé con seguridad que podré demostrarte algún día todo lo que siento. Por que siento que que esto es realmente bonito. Siento que gracias a tí hay un nuevo día. Siento que contigo soy feliz. Aunque siento no poder verte nunca. Siento no estar ahí cuando me necesitas. Siento que siempre salga el mismo tema de conversación amargo en nuestras charlas. Siento sentir lo que siento, aunque a veces siento que lo que siento es sólo Amor.

1 comentarios:

Geni Solà 26 de abril de 2009, 19:11  

Interessant el canvi d'imatge, una mica massa fosc pel meu gust. Veig que, a diferència del Nil, tens força ganes d'escriure. Deu ser que les sirenes t'inspiren. Però, vigila, ja saps que les sirenes no són el que semblen, oi?
Tens raó sobre el text anterior, una mica espès.
Siau!