Bien, hoy escribo sobre un tema de los mios. Bueno, al menos me inspiré en una princesa.
Septiembre, 19, Viernes; Año 1313
Hola, me llamo Victoria, soy una princesa encerrada en una torre alta y alejada de la civilización, mis padres me dejaron aquí hasta que pudiese salir para reinar en nombre de mi padre cuando fallezca, pues soy hija única. Escribo éste diario para salir un poco de ésta soledad que me envuelve, pues sólo me acompañas tú, posible futuro lector, y un criado de mi padre, que escogieron a un sirviente sordomudo que me trae comida y bebida con la que puedo permanecer viva.
Vivo en una pequeña habitación con una estrecha cama, una ventana cubierta de polvo, una alfombra roja que cubre casi todo el suelo de madera, una mesita de madera semipodrida y en la cual se halla un montón de pergaminos y unas plumas de escritura. En la puerta de la estancia hay una ranura por debajo por donde pasa una mano, supongo que para que se me proporcione por ahí mi comida.
Septiembre,26, Viernes; Año 1313
Estimado diario, tras unos meses aquí me estoy dando cuenta de que estoy realmente sola, hace tanto tiempo que no hablo con nadie que casi ni recuerdo el sonido de una voz humana. Los días son largos y necesito oír voces de gente para sentirme viva.
Octubre, 3, Viernes; Año 1313
Querido diario, tras anas escribiéndote, empiezo a sentirme menos sola, además, el criado que me alimenta me hace sentir un poco acompañada, aunque sólo pueda verle la mano cuando me da un grasiento plato con patatas, algunas rebozadas parcialmente por la tierra en la que estaban sembradas y todo acompañado con un recipiente con agua, que contiene un color no muy potable.
Octubre, 30, Jueves; Año 1313
Querido diario, es de noche y no puedo dormir por que los aullídos de los lobos me atemorizan, iluminada por la luz de una brillante Luna llena, escribo para evadirme un poco y aguantar hasta que el sueño se apodere de mí. No me gusta la noche, oigo aullídos y ruidos extraños, como si algo o alguien quisiese subir hasta la ventana de mi habitación.
Diciembre, 4, Jueves;Año 1313
Diario, lo siento por no escribir durante tanto tiempo, pues el miedo por las noches era insoportable hasta tal punto de no dormir, y al no tener suficiente luz no podía escribir, y por el día dormía lo que la noche anterior no había hecho.
Diciembre, 13, Domingo; Año 1313
Diario, Hoy la comida se ha quedado en el plato, no puedo comer ni dormir por culpa del miedo que sufro, no puedo hablar con nadie que me calme, no tengo nada a lo que recurrir ni nada que hacer.
Diciembre, 25, Jueves; Año 1313
Diario, hoy es Navidad, en vez de oír gente cantando, alegría y fiesta, apenas oígo el susurro de los árboles al mover sus ramas a causa del viento o de algún que otro animal salvaje que grita en una noche fría, solitaria, oscura, tenebrosa. Como todas y cada una de las que llevo aquí.
Enero, 13, Martes; Año 1314
Diario, Durante estos últimos 4 meses, no he oído nada, pero creo que hoy es el único día que he podido escuchar algo a lo que no estaba acostumbrada. Creo que el sirviente que me alimenta no es sordomudo, al menos no es mudo, pues por la noche, al apagarse el Sol, empiezo a oír voces, unas voces que por ahora no consigo descifrar, susurran algo, pero aún no sé qué dicen ni de dónde vienen.
Enero, 23, Viernes; Año 1314
Diario, Ésta noche estoy en silencio, estoy escuchando una voz que me habla en voz muy apagada y leve, me dice entre suspiros que debo salir de ahí como sea, un gran peligro se acerca.
Febrero, 2, Lunes; Año 1314
Diario, hoy, es el tercer día consecutivo que no duermo, las voces acallan el sonido del exterior, ya no oigo aullar, sólo oigo unas voces que me hablan. Aporreo la puerta de madera, no consigo nada importante, sólo mero ruido. No como.
Mis ojos empiezan a salirse de sus orbitas, se me dibuja una sonrisa.
Febrero, 14, Sábado; Año 1314
Diario, en éste periódo de tiempo, apenas he dormido lo correspondiente a una noche de sueño, he comido lo mismo que como en un día, estoy muy delgada y me duelen los ojos y la cabeza. Las voces resurgen, vuelvo a oír, con mucha más claridad que al principio, que saliese de ahí. Aporreo la puerta, consigo abrir una brecha en ella, río de satisfaccion y con los ojos desorbitados y una sonrisa de oreja a oreja, casi demoníaca, a rasgar la puerta, me corto, me clavo astillas, me arranco las uñas en la madera desgastada, pero no me duele, sólo puedo reír. La torre está compuesta por una gran escalera de caracol donde casi abajo del todo está la estancia del sirviente.
Me arranco la falda larga hasta las rodillas, quedandome sólo con un trozo desgarrado de tela de rodillas hacia arriba. El trozo restante me lo quedo en la mano
Bajo corriendo, riendo con una estridente y terrorífica risa, la cual el inocente verdugo que me alimenta no alcanza a oír.
Abro la puerta de su estancia con fuerza. Me mira a los ojos. Le miro fijamente con unos ojos inyectados en sangre y una sonrisa de la cual brota un hilo de saliva que se precipita hasta el frío suelo. Las voces me piden sangre.
Corro hacia él, le cojo por el cuello con el trozo de tela. Aprieto, aprieto tanto como me dicen las voces, hasta que sus ojos se tornan blancos y su pulso nulo.
Una vez muerto, cuelgo el cadáver del hombre en la ventana de mi habitación, con tal de que quedara visible a todo el que pasara por allí.
Oigo aullidos. Las voces aullan, me siento animal. Aúllo con ellas, me siento más viva que nunca.
Caigo rendida por el sueño en la fría escalera de caracol. Mañana seguiré con mi carnicería.
Febrero, 15, Domingo; Año 1314
Se pone el Sol, Empiezo a oír gritos en mi cabeza, gritos que no cesan, gritos muy fuertes, me voy a mi habitación, con la poca iluminación, la ventana deja entrever la cara del sirviente muerto pegada al cristal, con una mueca muerta, con los ojos abiertos y mirandome fijamente. Grito.
Corro hacia la ventana. La rompo violentamente. Los gritos no cesan, quiero que se callen, ¡¡Calláos!!Me tiro de los pelos, quiero acallar las voces como sea, me doy golpes en la cabeza contra las paredes, quiero que se callen.
Me corto las manos al romper la ventana, no siento dolor, sólo el calor de mi sangre cayendo por mis manos. Espero unos segundos mirándome la mano abierta y con cristales incrustados. Quiero sangre.
Lamo la sangre. Me gusta, quiero más, y la quiero ahora.
Cojo un gran cristal de los que han caído y me dirijo hacia el cadáver, me acerco a su cabeza y le abro el cuello en canal. Aún tiene sangre sin coagular. Le miro la cara. Me está mirando a apenas 50 centímetros de mí con los ojos bien abiertos.
Decido pues, decapitarlo. Me cuesta trabajo cortar el cuello con tanta fuerza, los músculos y huesos me dificultan la hazaña, pero lo consigo. Tengo su cabeza en la mano.
Ahora. ¿Qué hago con ella?
Tiro la cabeza del que hasta hace poco me alimentaba pobremente para vivir lo suficiente como para sobrevivir unos años, por la gran escalera de caracol. Veo como la cabeza, dejando un rastro de sangre negra, desaparece por el fondo de la escalera. Oigo como cae.
De repente se hace un silencio sepulcral, pero, ¿Cómo puede ser?, La cabeza no ha podido llegar aún abajo del todo.
No oigo nada, ni voces, ni ruido. El hambre se apodera de mí. Arranco con los dientes un trozo del brazo del cadáver decapitado. Mastico con dificultad y gran alivio.
Oigo sólo aullidos. Aúllo con ellos. Mi compañía durante éste tiempo.
Por la noche de luna llena, los trozos de cristal hacen un efecto similar al de un espejo. Me miro en él.
Tengo la visión más horrible que haya podido ver en mi vida;
Una chica, de unos 18 años, despeinada y con partes de la cabeza sin pelo a causa de que anteriormente me los he arrancado por la desesperación, dientes embadurnados de sangre humana, unas manos despellejadas por la fuerza ejercida en la tela, con las uñas rotas y ensangrentadas y casi sin huellas dactilares definidas por las quemaduras que me producía la fricción de la puerta al intentar romperla, los ojos con ojderas negras, un iris azul que deja paso a unas hinchadas venas de sangre al borde de la explosión, y con los globos oculares casi desorbitados. Tengo mi vestido manchado de sangre que no es mía, mucha, es negra.
Soy una dama muerta, estoy muerta.
Me encamino a la ventana, me lanzo con una cara sin ningun sentimiento esculpido en ella, y aúllo mientras caigo.
En una décima de segundo oigo claramente cómo se rompen todos mis huesos, como un dolor me inunda, y como mi espalda se parte en tres.
Muero, pero con una sonrisa de oreja a oreja, la boca abierta, los ojos abiertos y éste escrito en la mano, ya muerta.
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Bien. ¿ no querías una história de princesitas? Aquí está. De nada.
[Eddy Designs] Don´t worry, be happy